Conducía por una avenida de Bogotá cuando, de repente, un peatón descuidado saltó de la acera y corrió para cruzar la calle. Esta maniobra inadecuada le costó fracturarse ambos brazos y sufrir golpes en varias partes del cuerpo. El proceso legal fue largo, tedioso y costoso, al final, el juez determinó que yo era el responsable del accidente y me impuso una sanción económica, además de una serie de compromisos, como realizar un reporte escrito, entre otros. Sin embargo, el profesional del derecho que me representaba, por descuido, no cumplió con ninguno de los tres compromisos que teníamos frente a la justicia. A causa de esto, tiempo después, fui notificado por desacato y estaba a punto de librarse una orden de captura en mi contra. Aunque todo se resolvió de manera adecuada y con la ayuda de otro profesional, tener la sensación de ir preso fue una experiencia muy desagradable. Creo que, para cualquier persona, la palabra "cárcel" evoca algún tipo de repudio, temor y rechazo...
Un espacio para crecer y meditar en la sabiduría de la palabra de Dios.