El relato bíblico nos revela que los ángeles son seres especiales creados por Dios. Sin embargo, el momento preciso de su creación ha sido motivo de debate entre los eruditos. Algunos sostienen que estos seres fueron creados durante los siete días mencionados en el primer capítulo de Génesis. Por otro lado, hay quienes argumentan que la creación de los ángeles ocurrió antes de los eventos narrados por Moisés en Génesis 1, apoyando la idea de una creación pre adámica. A pesar de estas diferencias, todas las posturas coinciden, conforme al consejo bíblico, en que los ángeles son, en efecto, una creación divina." Job 38;4-7; Colosenses 1:16; hebreos 1:2; Ezequiel 28:15
A diferencia de los humanos, los ángeles poseen un conocimiento profundo sobre Dios, mucho más allá de lo que podemos imaginar. Un ejemplo de ello se encuentra en el libro de Job, capítulo 38, versículos 4 al 7. Este pasaje muestra cómo los ángeles presenciaron la creación del mundo y alabaron a Dios por tan majestuosa obra.
De la multitud de ángeles creados una tercera parte fueron arrastrados por Luzbel, conocido como el querubín de la mañana. Estos ángeles participaron en el pecado de traición cósmica, lo que les llevó a ser expulsados de la presencia de Dios y condenados a una eternidad de castigo. Ap 12:4; 2 Pedro 2;4; Judas 1:6
En los relatos de los evangelios, estos seres reaparecen, ahora con una naturaleza completamente corrompida y alejada del bien, dedicados a procurar el mal en la humanidad. Jesús afirmó que uno de los propósitos de su venida al mundo era destruir las obras de las tinieblas. 1 Juan 3:8. Los evangelios narran diversos encuentros de Jesús con demonios, mostrando su autoridad para confrontarlos y liberarnos de su influencia.
En los relatos de los evangelistas se observa que, en ciertas ocasiones, los demonios expresaron verdades espirituales. En algunos casos, Jesús no negó ni refutó sus palabras. Esto podría llevarnos a considerar que las palabras pronunciadas por los demonios en la presencia del Señor pueden contener verdad. Sin embargo, esto no implica que todo lo que dicen los demonios sea veraz, ya que Pablo enfatiza en 1 Timoteo 4:1 que existen doctrinas de demonios contrarias a la verdad de Cristo. Por supuesto, no pretendo justificar las palabras de los espíritus caídos, pero me parece interesante analizar lo que expresaron en ciertos momentos.
Los demonios no son evangelistas, ¡por supuesto que no! Su naturaleza no es proclamar la verdad ni promover el reino de Dios; al contrario, harán todo lo posible por oponerse siempre que tengan la oportunidad. Las ocasiones en las que pronunciaron verdades espirituales, considero que fueron una reacción de temor y espanto al encontrarse en la presencia del Señor Jesús. El poder omnipotente de Dios los llevó a reconocer y expresar una verdad cósmica. Las expresiones de los demonios pueden proporcionar información y testimonio sobre la naturaleza de Dios, el universo y la condición humana.
Demos un vistazo a esos relatos bíblicos y extraigamos que tipo de información suministran estos espíritus en su encuentro con el Señor.
El encuentro a la orilla del mar. La fama de Jesús se había extendido de manera impresionante, tanto que los habitantes de Galilea, Judea, Jerusalén, Idumea, Tiro y Sidón acudían para escuchar su enseñanza. Muchos, además, buscaban un milagro del Mesías. Entre ellos, seguramente aquellos que sufrían algún tipo de posesión demoníaca iban con la esperanza de encontrar alivio a su tormento espiritual.
Durante uno de estos encuentros con Jesús, algo asombroso ocurrió. Los espíritus inmundos que habitaban en las personas se manifestaron al instante. El versículo 11 narra este impresionante evento: “Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el hijo de Dios”.
Esta escena es tan impactante como reveladora. En primer lugar, los espíritus, al postrarse ante Jesús, reconocieron su Señorío. Recordemos que postrarse a los pies de alguien simboliza sumisión y reconocimiento de autoridad. Incluso los demonios no podían evitar rendirse ante la autoridad suprema de Dios, quien por supuesto también es su Dios.
En segundo lugar, los espíritus inmundos comenzaron a proclamar: “Tú eres el hijo de Dios”. Esta declaración no es cualquier expresión, sino un título mesiánico que denota la divinidad de Jesús. Para el pueblo de Israel, la frase “hijo de Dios” era entendida como el título otorgado al Mesías, el primogénito y unigénito escogido por Dios, como se menciona en Salmo 2:7 y hebreos 1:5 entre otros.
El encuentro en Gadara. Mateo 8:28-34; Marcos 5:1-20; Lucas 8:26-39 Uno de los primeros lugares que Jesús visitó fue la región de Gadara, una zona habitada principalmente por gentiles. Al llegar con sus discípulos, le salieron al encuentro dos personas poseídas dramáticamente por espíritus malignos. Estas personas vivían en los cementerios y habían sido alejadas de la sociedad debido a su alto nivel de agresividad.
Durante este encuentro con Jesús, los demonios que poseían a estas personas comenzaron a gritar e increparlo con una declaración que, para ellos, resultaba aterradora. En primer lugar, al igual que en otros relatos, reconocieron a Jesús como el “Hijo de Dios”, un título mesiánico que señala su divinidad. En segundo lugar, los demonios se sintieron profundamente amenazados, como lo refleja su pregunta: “¿Qué tienes con nosotros?”. Esta expresión revela el estado de oposición y enemistad entre Jesús y ellos; estaban frente a frente con aquel a quien habían traicionado en el cielo (Apocalipsis 12:4; 2 Pedro 2:4; Judas 1:6).
En tercer lugar, los demonios pronunciaron una frase de gran relevancia profética: “¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?”. Esta declaración no es una frase dicha al azar. ¿Qué sabían estos demonios sobre el futuro y su destino? Probablemente hacían referencia al pasaje de Mateo 25:41, donde Jesús menciona el “lago de fuego” preparado para el diablo y sus ángeles. Esta misma sentencia aparece en los relatos de Apocalipsis 19:20 y Apocalipsis 20:10.
Así, la información entregada por estos demonios es valiosa para comprender la realidad del infierno y el castigo eterno. Su reacción al encuentro con Jesús reafirma no solo su sumisión ante su autoridad divina, sino también la certeza de su destino final.
El encuentro en la sinagoga. Marcos 1:23-27; Lucas 4:33-37 El contexto de este encuentro es totalmente diferente al de Gadara, aunque dos de las expresiones de reclamo de los demonios son exactamente las mismas que las de los demonios gadarenos. Esto nos permite evidenciar la constante fricción que existe entre los espíritus malignos y Jesús, así como su conocimiento sobre su destino final (ver el punto anterior).
En este pasaje encontramos una frase particularmente interesante que nos proporciona gran información sobre Jesús: “Sé que eres el Santo de Dios”. ¿Qué sabían ellos acerca de Jesús? Este título, en efecto, denota su santidad, divinidad y consagración única como el Mesías enviado por Dios. Además, refleja la relación íntima y especial que Jesús tiene con el Padre.
Estos espíritus, de manera audible, estaban reconociendo la deidad y supremacía de Cristo sobre ellos. No podían negar su autoridad ni ocultar su sumisión ante su presencia divina.
No es el interés ni objetivo hacer apología a las palabras de los demonios, reitero que sus expresiones obedecieron más al impacto causado por la presencia de Jesús que una expresión voluntaria de la verdad bíblica.
¿Qué enseñanza podemos extraer de estos encuentros? En efecto, los demonios conocen a Jesús mucho mejor que cualquier ser humano, incluso más que el más espiritual. Ellos lo vieron crear a los seres humanos y se alegraron en la creación de Dios. Además, tuvieron el privilegio de estar en la misma presencia santa de Dios antes de su rebelión.
Hay una realidad bíblica muy impactante expresada por el hermano de nuestro Señor, Santiago: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19). Los demonios tienen una teología correcta, poseen una fe precisa, y tiemblan ante el esplendor de Dios. Sin embargo, a pesar de este conocimiento y de la veneración que, como hemos visto, rinden al Señor, no tienen salvación. Es más, para su desdicha y desgracia, nunca obtendrán el perdón.
El apóstol Pedro lo señala claramente: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2:4). Esto reafirma su destino final y eterno.
La reacción ante el esplendor de la majestad de Dios La reacción adecuada ante el esplendor de la majestad de Dios, revelado en el evangelio y en la persona de nuestro Señor, debería llevarnos a reconocer la deidad de Cristo, su santidad, el poder de su obra salvífica y su misericordia, incomprensible e incomparable.
A diferencia de los espíritus caídos, quienes, aunque poseen conocimiento doctrinal y fe en la existencia de Dios, no tienen esperanza ni posibilidad alguna de salvación. En contraste, a usted y a mí se nos ha entregado el mensaje del poderoso evangelio de salvación, para que, de manera voluntaria, respondamos con fe y obediencia al llamado que Jesús nos está haciendo: “Venid en pos de mí”
#ElPasDanny
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Dios te bendiga
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