Lentamente, los alumbrados han ido perdiendo su atracción; los abarrotados centros comerciales están prácticamente vacíos. La música ahora se escucha a decibeles aguantables. Las calles son casi fantasmales; no hay bullicio, no hay congestión vehicular, no hay personas frenéticas de aquí para allá. Ahora podemos disfrutar del silencio, la quietud, la calma y la tranquilidad. Muy posiblemente dos aspectos llevan a vivir las fiestas decembrinas: la excusa y la motivación. La excusa es el nacimiento del Niño Dios; la motivación, satisfacer el hedonismo. Con la excusa, el comercio se preparó para darle paso al consumismo desbordado; diciembre es el mes esperado por un amplio sector para tener su época de repunte económico. El hedonismo o gratificación a corto plazo, juega un papel vital; esta es la motivación que mueve a muchas personas a celebrar la natividad. Natividad o nacimiento, se supondría que esta época celebra la encarnación del Salvador, pero ¡vaya manera en que el mu...
Un espacio para crecer y meditar en la sabiduría de la palabra de Dios.
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