Este, es el sueño de la nueva alcaldesa de Bogotá, por cierto, primera dama en la historia de la capital colombiana que llega al máximo poder capitalino. ¡Acabaremos con la corrupción! Fue una de sus más acérrimas propuestas, quizás lo desee de corazón, y quizás emplee todos sus conocimientos y esfuerzos en busca de este noble ideal. Cómo dice el dicho, “Amanecerá y veremos” y por supuesto que lo veremos, lastimosamente,La doctora Claudia López, es la primer engañada al respecto, su misma condición espiritual, apartada del conocimiento de las escrituras le hace pensar que ella logrará tal objetivo; Ni ella ni absolutamente ningún otro candidato logrará jamás este cometido. Pretender acabar con la corrupción es como pretender acabar con la luz del sol o la humedad del agua. La naturaleza del hombre es el pecado, solo Cristo con su poder transformacional tiene la potestad de quitar esta enfermedad del corazón del hombre, Así que desde ya, no espere más de la doctora Claudia López, porque simple y llanamente no lo logrará; lo repito, ni ella, ni nadie lo logrará. La Biblia, la palabra de Dios revelada al hombre nos enseña que esta es la naturaleza del hombre, El sabio salomón en el libro de Eclesiastés 7:29 lo expresa de la siguiente manera “He aquí, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas perversiones.” La corrupción del hombre es su naturaleza caída. El apóstol Pablo lo expresa de la siguiente manera en la carta de Romanos 3:10-12 “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” Así, pues, esta es la realidad, el hombre es perverso por naturaleza, y una persona que también posee esta misma débil naturaleza jamás podrá acabar con la corrupción.
Solo, Dios con su poder puede cambiar un corazón corrupto.
Josué D. Aya
Pastor CRC Kennedy
Josué D. Aya
Pastor CRC Kennedy
Muy buena interpretación, ciertamente las esperanzas no pueden estar en una persona, hombre o mujer. Solo en Cristo.
ResponderEliminar